Cuenta la leyenda milanesa que San Bernabé estuvo en Milán para evangelizar sus habitantes.
Parece ser que en el mes de marzo del año 52 d.C., el santo llevaba en su mano un bastón entrecruzado con un madero en forma de cruz. Se detuvo cuando alcanzó la Puerta Oriental (hoy Porta Venezia). Allí plantó su bastón, sin dificultad, en la piedra dura del suelo. Luego también grabó milagrosamente sobre dicha piedra, 13 signos. Estos fueron interpretados como los 13 días de marzo para recordar su venida como la llegada del cristianismo en Milán.
El motivo de estos signos milagrosos era llamar la atención de la gente del lugar. Una vez que plantó el bastón, continuó su recorrido para evangelizar la gente de la ciudad. Mientras pasaba parece ser que los ídolos paganos se desmoronasen y brotasen las primeras flores de primavera. Continuando a caminar se detuvo solamente cuando alcanzó un lugar donde hoy se encuentra la basílica de San Eustorgio, sitio en que administró los primeros bautismos. Luego prosiguió su peregrinación evangelizadora.
Los milaneses conservaron la piedra con los signos grabados en la basílica de San Dionisio. La trasladaron cuando dicha iglesia fue suprimida a la iglesia de Santa María en Paraíso (zona de Porta Vigentina) donde hoy se pueden apreciar colocada en el pavimento de la nave central.
Los milaneses festejan el Tredesin de Mars como recuerdo de la llegada de San Bernabé que convirtió Milán al cristianismo en concordancia con la inminente llegada de la “Primavera”.
Más sobre San Bernabé
San Barnabé se llamaba José y era de familia levítica judía. Según los Hechos de los Apóstoles se convirtió al cristianismo poco después del episodio de Pentecostés. Vendió todos sus haberes y entregó las ganancias a la nueva Iglesia Cristiana. Una vez bautizado fue llamado Bernabé, que significa “hijo de la consolación”.
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